lunes, 9 de febrero de 2009

En el puto mejor momento suena el despertador . .

Ayer no tenía ganas de nada, es una de esas mañanas de fin de semana que te levantas casi a la fuerza, porque el sol de las 3 de la tarde golpea en el cristal formando un fuerte brillo sobre mi cara.
En realidad, me había despertado horas antes, pero esa noche había soñado con aquello que me imagino cuando estoy despierta y, como no, los sueños se dejan llevar mucho mas que la simple imaginación que ronda mi cabeza cuando te tengo delante. El sueño era tan real, notaba perfectamente el tacto de mis dedos sobre tu piel mientras se deslizaban sin dirección fija, sí, tan solo eso, tú y yo enredados como las mantas sobre mi cama. Recuerdo que la luz de la luna desintensificada por las cargadas nubes que la rodeaban iluminaba la escena, y la luna observava casi de forma morbosa todo lo que sucedía, por ejemplo, como al inicio de todo era yo quien te quitaba la ropa mientras tu tirabas de mi pelo y, también como ya no solo era tu piel desnuda la que se dejaba alumbrar por esa extraña luz (casi tenebrosa).

Bajaba desde tu cuello con ánimo de descubrir tus escondites y así decidir cual iba a ser mi escondite favorito . . no había ni ética ni moral alguna, mi mente se quebró y mi cuerpo al igual que el tuyo tomo el control para luego perderlo, notaba en mis muñecas la fuerza de tus manos, en mis oidos escuchaba las vocales casi ahogadas procedentes de tu voz . . tú eres mi mundo, y cuando tenía el mundo entre mis manos yo era la encargada de ponerlo todo del revés.

Me desperté, con el pijama (una camiseta larga y vieja y unos shorts, al menos eso entiendo yo por pijama) perfectamente puesto, el pelo lacio y no encrespado como debería de estar después de una noche así, supe que fue un sueño, pero tengo toda mi vida por delante para buscarte y, terminarlo . .

con amor, Fats.